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domingo, 9 de junio de 2013

EL SINDROME DE LA PRINCESA


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En más de una ocasión, alguien nos ha llamado o nos llama "princesa", y aunque estoy segura que se dice como piropo (más o menos cursi sí, pero piropo), si nos ponemos a pensar que el tiempo pasa y nos siguen llamando "princesa", es que seguramente otros captan un reflejo nuestro que  nosotros no somos capaces de ver.
 
 
Empecemos por comentar el concepto de princesa que ha sido promovido por muchos cuentos de hadas, pero...que son un aire dulce para la mente pero no así para la realidad de una vida sana, independiente y satisfactoria.
 
 En primer lugar son mujeres que a pesar de ser dotadas de talentos, como en el caso de la bella durmiente, terminan cayendo en las trampas que les tienden los personajes antagonistas.
 Necesitan de alguien que las proteja, las cuide y las rescate, por lo que se dedican a soñar, fantasear y esperar la llegada del arquetípico Príncipe Azul.
 
 Hasta aquí todo es fantasía, pero… ¿y si queda arraigada la idea de esa espera infértil en una niña de once años y decide vivir esa fantasía por toda la vida? Esto sin duda la volverá una persona infeliz, amargada e insatisfecha a los 15, los 18, los 25 o los 50 años.
Vivir esperando que llegue esa persona especial, la que llenará de amor su mundo, la que aliviará sus penas y sanará las heridas de su corazón, es una exageración y llenarse de expectativas falsas.
Esperar a que alguien nos de la felicidad, es demasiada presión para la otra persona y algo muy triste, ya que este alivio siempre se encuentra dentro de cada persona. Lo preocupante de éste asunto es que corremos el riesgo de asumir ese rol de por vida de princesas o príncipes, y al ser personalidades complementarias, pudiera generarse una codependencia
 También se da en hombres que viven esperando ser rescatados, o buscando una mujer perfecta, borrando prácticamente de su vida aquellas mujeres que les encuentran un mínimo defecto o buscan a la madre, mujer y amante perfecta, que tampoco existe a esa escala, por supuesto que la espera termina en una total frustración… por lo tanto este síndrome pudiera es aplicado para ambos sexos que buscan ser rescatados o rescatadas.
 
Pues bien...una vez aclarado el concepto, me quedo con otra versión de los cuentos.....adiós Walt Disney¡¡

Hacerte la dormida y esperar al príncipe azul. 
¡¡cuanta inocencia !! 
Mientras las princesas duermen el príncipe se divierte.
Y de repente la Princesa descubrió que no queria comer perdices,
porque preferia la comida vegetariana. 

Pero el Principe adoraba las perdices, y  la Princesa tenia que cocinarlas
al horno, fritas, rellenas..... . 
El Principe gritaba: -¡Están saladas! - ¡Estas están crudas! - ¡Se te han quemado!
Porque nunca estaban a su gusto. Qué disgusto....

Y lo peor...
¡¡¡¡montada todo el dia en unos enormes zapatos de cristal con tacon de aguja!!!!
Al principio, intentaba poner la espalda recta para conservar el equilibrio, pero poco a poco
se le fueron deslizando por la espalda las ideas e ilusiones.

La Princesa cada vez se encontraba peor: cansada, enferma, deprimida, perdida...
Hasta que un día decidió contarlo: 
-¡Qué hartura de Príncipe, de perdices y la madre que parió a los tacones!

Reina Madre: -No te quejes... ¡Dónde vas a estar mejor que con un Príncipe!
Colega Republicano: ¿Pero tú no eres vegetariana y te gusta andar descalza?
Princesa vecina: - No te quejes de tus zapatos... Mi príncipe es moderno y me hace llevar plataformas de medio metro.

Asi que la Princesa se confundió más con los comentarios de la gente, y dejo de contarlo y se quedo sola. Sólo tenia a su Principe "amado", la espalda torcida, los pies chafados y el corazón roto.

Pero  un dia tuvo la suerte de verse a si misma en el reflejo de un escaparate...
Y le dio por reirse, de lo inocente que había sido por pensar que un principe la salvaria... dejó de sentirse culpable, se perdonó y entendió que la única capaz de salvarse era ella misma. Entonces, dijo BASTA.

Y apareció una hada madrina que era una basta... morena, peluda y un poco bruta. Pero la abrazó y la Princesa se sintió recogida.... fue entonces cuando empezó a llorar.

Primero empezó llorando por el Principe, por las perdices, por los tacones... luego se acordó de su madrastra bipolar que la maltrataba y de su padre que perdió el castillo cuando era pequeña. Lloró tambien por sus hermanas que casi mueren asfixiadas por llevar ropa de Zara de la talla 38.

Lloró por todo... hasta por dos vidas anteriores, por si acaso, para no repetir Karma. 
Y se sintió mejor que nunca... VACIA. ¡Con el miedo que le daba a ella quedarse vacia!.
Ahora solo tenia que llenarse de cosas bonitas. Sabia que con la hada basta a su lado lo conseguiría.

Primero, dejó al Principe, a los tacones y a las perdices... y descubrió que quería disfrutar de su cuerpo que tan castigado habia estado. 
Se apuntó a clases de danza del vientre que da igual que peses 80 kg y calces un 42. Y así fue como conoció en el camino de trasformación a otros seres como ella.

La ratita presumida ya no es anorexica. Ha engordado unos kilitos y ahora liga más.
La cenicienta y blancanieves estan dejando el Prozac por otras yerbitas. Ahora están más despiertas.
Pinocho esta cansado de creerse sus mentiras y va a terapia Gestalt y toma  flores de Bach.

Ahora estan encantadas de haberse conocido y dispuestas a enseñarle un nuevo cuento a las niñas:
Erase una vez una mujer que no estaba sola y revoloteaba con las perdices.... 
Y este cuento nunca acaba porque todo continua.



Tomemos nota¡¡








 
 
 
fuentes:  Blog El cuarto de Katia, Dibujos de Yoyi Suazo, El blog El lado Femenino.






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